Cuando comenzaron los cuartos de final, todos, o casi todos, vaticinamos que Sancti Spíritus se veía superior.
El criterio se sustentaba, más que en números, en la experiencia y profundidad de las nóminas. Sin embargo, la realidad demostró que Los Gallos siguen carentes de los detalles necesarios para ganar.
Desde el punto de vista táctico hubo jugadas que resultaron claves.
La primera llegó en el quinto juego, cuando perdieron aquí (5x6), tras dejar escapar ventaja de par de carreras a la altura del octavo capítulo. En ese partido nunca debió esperarse a que Ángel Peña le pegaran dos imparables seguidos, a falta de seis out.
El otro aspecto cuestionable fue mantener a Yulieski Gourriel y Eriel Sánchez de cuarto y quinto.
Yuli bateó .136, con apenas tres imparables en 22 turnos. Tan “perdido” estuvo, que se ponchó cuatro veces; algo inusual en un hombre que en la serie lo hizo solo en 17 ocasiones en .327 oportunidades ofensivas.
En el caso de Eriel produjo para .227 (22-5) con par de impulsadas y sin extrabases.
Es imposible predecir que con el movimiento de ellos en la alineación, la victoria llegaría. De lo que si estoy seguro, es que hubieran tenido menos presión y de que hoy no serían tan cuestionados en cuanta peña o foro existe.
Hay que recordar que en la pelota se gana con hombres y no con nombres: Pregúntenle a Alfonso Urquiola.
Pero no solo por eso Los Gallos entraron en la historia. También por confirmar que son ideales para engrandecer a figuras sin mucho abolengo.
Así tenemos a un Yosvani Torres convertido en cinco días en un lanzador extra clase, o un Lorenzo Quintana disfrutando por vez primera de par de jonrrones en un juego; experiencia similar a la William Saavedra, quién sumó sus dos cuadrangulares en postemporadas, en un mismo desafío y para decidir.
Del lado nuestro, pudiera elogiar los desempeños de Frederic Cepeda (.381; 3 HR; 6 CI), Robersi Ramos (.444), Yenier Bello (.348; 2HR; 6 CI) o el lanzador Noelvis Hernández, que a pesar de sufrir dos derrotas trabajó con mucha eficiencia en dos aperturas.
Pero, créanme; de poco vale, porque a fin de cuentas, ellos también formaron parte del gallinero. Y en un deporte colectivo lo que cuenta es el grupo; tanto que Sancti Spíritus fue muy superior en bateo (.314 por .264) y pitcheo (3.94 por 6.98) y en la defensa estuvo parejo (.980 por .986) y sin embargo perdió de manera categórica.
La humillante derrota nos lleva a otra pregunta. ¿Y ahora qué?. Sí, porque en el conjunto se ponen viejos Eriel (36), Noelvis (35), Dany González (31), Peña (31), Lázaro Santana (30), Cepeda (30), Yunier Mendoza (30), José R. Alfonso (30) y Livan Monteagudo (32).
Tenemos que mirar el mañana. Y para ello es imprescindible que el análisis del desastre, implique a las autoridades pertinentes, y no se limite a un risible estudio técnico-táctico, como ocurrió en la serie pasada.
Se sabe que en la pelota se puede perder; solo que nunca de la manera en que lo ha hecho Sancti Spíritus en las tres últimas temporadas (4 ganados-12 perdidos), en las que siempre fue eliminado en los cuartos de final, a pesar de tener posibilidades objetivas para mucho más.
Nuestros muchachos están en deuda. Sería oportuno saber si hasta el año que viene o el que nieve.
Tienes razòn, la historia, o lo aficionados, le reconoceràn siempre por ser los màs ineptos, los màs cobardes, si de luchar un campeonato se trata. ¿No hay alguien en ese territorio que pueda dirigir mejor a ese trabuco?
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