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Cepeda jugó con Centrales en la Súper Liga |
Un tema se ha hecho cada vez más recurrente en los últimos años: cambiar la estructura de la serie nacional de béisbol.
El criterio toma fuerzas a medida que se acerca el principal pasatiempo de los cubanos, que de manera regular inicia en noviembre.
La razón que esgrimen los defensores de modificar el torneo actual, es para reducir la cantidad de equipos (16), lo cuál concentraría la calidad y por ende elevaría el “techo” del béisbol cubano.
Esa polémica implica a aficionados y prensa deportiva especializada. En ambos sectores hay detractores y defensores.
Sin ánimo de encontrar la verdad absoluta, como si esta existiera en el béisbol, daré mi opinión.
Para ello, estimo pertinente recordar una premisa: la pelota es el fenómeno socio cultural más importante de este país.
Ese criterio es cardinal para que podamos juzgar sobre el deporte nacional.
Creo que también es importante conocer la situación económica que vive el mundo y el peculiar contexto al que se enfrenta Cuba, como el robo de talentos, la mercantilización del deporte y otros males que laceran.
Estimo que hay un grupo de potencialidades que tenemos y que aumentaran el nivel del béisbol sin erogar un centavo de nuestras arcas.
Por ejemplo, el uso correcto de las Tecnologías de Información y la Comunicación (TIC).
Muchas veces los colectivos de entrenadores en la serie nacional apenas miran las estadísticas; no poseen el arsenal cognoscitivo para desmenuzar ese mar de números que genera esta disciplina, lo cuál repercute de manera negativa en el desarrollo de un juego, una subserie y hasta del campeonato.
Pero este marasmo por los guarismos que ofrece el sitio de la Federación Cubana, www.beisbolcubano.cu, también está presente en la mayoría de los atletas que solo miran el average personal -si es jugador- o el promedio de carreras limpias –lanzador-.
Hace unas series, un grupo de estudiantes de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) acompañó a cada equipo para desmontar las estadísticas que recopilaban a diario. ¿Que dejó aquella experiencia?. Asumo que poco o nada. Es por ello que necesitamos a personas en cada equipo que LEAN las estadísticas y le saquen provecho en pos del juego diario.
Otro aspecto que pienso se debe explotar más, es concederle a los psicólogos y demás elementos de un colectivo el verdadero rol que tienen. Ha sido muy común que los equipos prescindan del psicólogo o fitoterapeuta en las giras por otras provincias, porque así sus lugares en los hoteles son ocupados por atletas, los que a criterio del director le serán más útiles.
El relajo con estos profesionales ha sido tal, que hasta en play off algunos directores han prescindido del psicólogo.
Igual o más importante que lo dicho es que se mantenga La Liga de Desarrollo de forma paralela a la serie nacional y que la misma tenga mayor divulgación por la TV y la Radio, con trasmisiones incluidas.
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El trabajo con los niños es primordial |
Algo similar debe suceder con los campeonatos nacionales de 15-16 años y juvenil, que tienen un aceptable calendario de 36 partidos, pero que muchas veces se empaña la calidad de los mismo por factores subjetivos que van desde la alimentación mal elaborada o un hospedaje con poca decencia.
Y si hablé de estas categorías, tengo que referirme a la de 13-14 años, que fue sacada de las EIDE, y también a los niños de 9-10 y 11-12, que perdieron sus torneos nacionales, cuando en estas edades ya se desarrollan competencias internacionales.
Recuerdo que no se puede elevar el techo de una construcción cuando los cimientos están débiles.
Para muchos, el incremento del nivel cualitativo se consigue con otro torneo, que concentre a los mejores peloteros. Creo que a priori es una HIPOTESIS que sería oportuno VALIDAR científicamente en la práctica a través de INVESTIGACIONES sociales, porque no creo que se mejore la calidad con 60-100 turnos más al bate o 20-30 entradas de actuación, en un certamen de 20-30 juegos.
Y si reclamo un estudio es porque los antecedentes históricos confirman mi criterio. No olvidemos que a principios de este siglo se jugó la Súper Liga, un evento que agrupó en cuatro equipos a la flor y nata del béisbol nacional y que sin embargo resultó un fiasco en todos los sentidos. Incluso, los promedios de bateo y pitcheo fueron similares a los de la serie nacional, a pesar de que estaba “concentrada la calidad”, pero faltaba identidad y ansias de defensa de un pabellón, algo que para los cubanos es parte de la idiosincrasia.
Pero no solo la Super Liga fracasó, también la Copa Revolución, en la que participaban los mejores ocho equipos de la serie nacional con refuerzos. Así vimos despedirse como jugador activo a una gloria de la talla de Lourdes Gourriel representando a Industriales. Ese engendro pasó a mejor vida con mayor rapidez porque el tema refuerzos no encajaba en la mentalidad de un pueblo que hace de la identidad un arma.
De lo anterior se desprende que con el presupuesto actual, la serie nacional hay que mantenerla intacta en su estructura, porque es un éxito en todos los aspectos.
Estimo que para el clásico 51 únicamente hay que eliminar a Metropolitanos, porque en Cuba el deporte en general, y el béisbol en particular se rige por el principio de TERRITORIALIDAD.
Y ya se sabe, la capital, tiene a Industriales de representante, a lo que se agrega que Artemisa y Mayabeque deben tener sus equipos, lo cuál afianzará el sentido de pertenencia para los habitantes de esas nuevas provincias.
Si seria sensato jugar cinco juegos a la semana y no seis como es ahora, sin que esto afecte los 90 partidos de cada equipo. Esto permitiría que se utilice a cinco abridores y que la relación trabajo-descanso se cumpla, lo cuál facilitaría mayor tiempo para entrenar, algo que en las últimas series ha sido punto neurálgico, mas cuando se juega a la 1.00 de la tarde.
Es por ello que se debe analizar desde el punto de vista económico el horario de comienzo de los partidos. Y es que no se sabe que genera mayor afectación al presupuesto del estado, si encender las luces de un estadio por la noche, o tener a 6000 personas fuera de sus puestos productivos porque prefirieron abandonar las obligaciones laborales para disfrutar la pasión nacional.
Si queremos elevar el techo de la pelota cubana se pueden hacer un grupo de acciones en las que el factor humano tenga preponderancia, como incrementar la calidad del arbitraje, el nivel de técnicos y entrenadores y desterrar el secretismo que tanto daña.
Aún me quedan cosas por decir sobre el tema, pero las expuestas, grosso modo, las considero fundamentales y así las manifesté ante la dirección nacional de béisbol que sabiamente organizó una reunión en Ciego de Ávila con la prensa deportiva y directivos del béisbol, en la región central.
Esa línea de trabajo es otro aspecto que influirá en que la pelota cubana sea mejor en el futuro, porque la retroalimentación es vital en cualquier actividad de la vida moderna.